La Voz de Cádiz

LA COMEDIA LLORONA DE SÁNCHEZ

HE reescrito este artículo en tres ocasiones. La primera fue a eso de las doce del medio día y empezaba diciendo: lo siento, Pedrito, pero esa idea tuya de durar hasta 2027 me da que no va a poder ser. Ningún gobierno puede proyectarse durante dos años sin tener presupuestos, sin tener mayoría asegurada, sin poder tomar decisiones, sin sentido de la responsabilidad y sin sentido del ridículo. Ninguno. Ni siquiera el español de hogaño, por muy refugiado que se sienta tras los muros del búnker de la Moncloa. La segunda vez fue a eso de las trece horas, cuando se conocieron algunos detalles del demoledor informe de la UCO sobre las andanzas de la banda del Peugeot: ya no se trataba de especulaciones acerca de la implicación o no de Cerdán en mordidas varias por obras públicas en Navarra, sino que se extendía a contratas en Tarragona, Sevilla, Murcia, Logroño y demás. Ya no se hablaba de los 15.000 euros que aseguraba Aldama le había librado en una cafetería; ahora era un manejo de cifras que ascendían al medio millón de euros en varios lotes. La banda del Peugeot quedaba retratada en todo su esplendor y ponía en dificultades al cuarto integrante del coche fantástico. Sánchez no podía ser ajeno a todo lo que se manejaba. La tercera y última vez que me he enfrentado a la redacción de este suelto ha sobrevenido tras la convocatoria de prensa de este gran pendejo que preside el Gobierno de España. Preso de una teatralidad que no exhibió ni siquiera en la pandemia, Sánchez compareció cariacontecido, a punto de echarse a llorar, para lamentar que los demás sean tan malos y él sea un pobre inocente decepcionado por aquellos que no se comportan tan limpiamente como él. Todos los cándidos que creían que iba a dar un paso al lado y convocar elecciones son los mismos que suspiraban por su dimisión después de los famosos cinco días de reflexión y huida que se marcó después de ser imputada su esposa. Ni entonces ni ahora ha pasado por su mente dejar el poder, así pase lo que pase. Se mantendrá en el búnker mientras le sostengan sus aliados, que por ahora están callados como buenos cómplices, como buenas putas. Seguirá al frente de un Gobierno inoperativo, indolente, incapaz de sacar el país adelante, en un marasmo parlamentario inaudito y en medio de un fétido panorama de corrupción que en cualquier momento le puede alcanzar a él, el único miembro de la banda de los Cuatro que sigue indemne, a pesar de estar rodeado de miserable pestilencia por todas partes. Es un gran cínico, además de ser un individuo al que la dignidad le es ajena y el destino de su país le importa menos que su suerte personal. No obstante la carrera no ha acabado: el grueso del asunto, cuyas ramificaciones totales cada día son mas evidentes, harán que el infierno parezca un lugar acogedor para Sánchez. Y vamos a ver lo que sigue contando Koldo. Seguir leyendo