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LA LIBERTAD DE LOS TECNOLIBERTARIOS

Vanguardia Dossier

LA LIBERTAD DE LOS TECNOLIBERTARIOS

Nota del editor. Libertarian es en inglés una palabra polisémica que, además del significado de anarquista, ha incorporado el nuevo sentido de ultraliberal. Por ello, traducimos en los textos libertarian como libertario tal como se hace en América Latina, sin olvidar que en un contexto distinto también puede significar anarquista. os comunistas, los fascistas, los herederos de la Ilustración…Todos ellos querían abolir el antiguo orden mundial para crear uno nuevo y supuestamente mejor. Ahora, en el siglo XXI, quienes levantan esa bandera son los profetas de Silicon Valley. Se están convirtiendo en los nuevos emperadores, porque acumulan no solo un poder tecnológico y económico inmenso, sino también político, que alcanza al complejo militarindustrial y puede llegar a controlar el futuro de la inteligencia artificial. Esto escribíamos en Vanguardia Dossier en enero del 2017, coincidiendo con el inicio del primer mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, en el número que titulábamos El imperio de Silicon Valley y su nuevo orden mundial, es decir, el que estaba en manos de las grandes tecnológicas. Ese orden mundial está hoy en manos de otros emprendedores de Silicon Valley, nacidos de la llamada mafia PayPal (Taplin). Elon Musk, que fue donante demócrata hasta hace bien poco, ha sido su cabeza más visible. Es más discreto Peter Thiel, pero también más influyente. Quince de sus trabajadores ocupan hoy altos cargos en la Administración Trump (Alexandre). Fue un llanero solitario que sacudió el valle al hacer público que apoyaba y financiaba la campaña presidencial de Trump en el 2016, empleó a J.D. Vance, subvencionó su campaña al Senado en el 2022 y fue uno de quienes promovió su nombramiento como vicepresidente. Vance no solo puede ser el sucesor de Trump; también representa el vínculo personal entre esta tecnoderecha extrema y la presidencia de Estados Unidos. Sella su alianza. Son los tecnolibertarios, interconectados desde hace años con los conservadores tradicionales (Mcintosh). Su credo: no a los impuestos, a las regulaciones o al Estado. Reniegan de la democracia porque es incompatible con la libertad y sostienen que Estados Unidos necesita de una forma de poder que sea lo más parecido a una dictadura (Lasalle). Y sí al supremacismo blanco con las mujeres dedicadas a las tareas domésticas (Daub). Las grandes tecnológicas, que se han abrazado a Trump tras su elección para que no perjudique sus intereses oligopolistas (Srnicek) y las defienda de las regulaciones de la UE (Segal), no son santo de devoción de los tecnolibertarios. Creen que cooptan la disrupción y socavan el progreso tecnológico (Lemley y Wansley), por lo que hay que pararles los pies. China, a quien respetan y temen, es su adversario. Hay que ganar esta guerra y por ello sostienen que con el complejo militar-industrial tradicional de los proveedores habituales (Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics o Northrop Grumman) será imposible. Y presentan al Pentágono las credenciales del suyo: Palantir, Anduril… con sus miles de sistemas de armas no tripuladas (Klare). Quieren conquistar el espacio (Di Pippo), tienden, al contrario que Trump, a no hacer caso omiso a la crisis climática (Torpman), y aspiran a que la revolución de sus criptomonedas y su cadena de bloques permita crear un nuevo sistema financiero fuera del control gubernamental. Es lo que llaman el Estado red que sustituiría al Estado nación (Allen). Y todo ello, con la cobertura ideológica de la libertad, pero según su versión (Castells). Porque la libertad de los demás puede ser solo una mera apariencia. Seguir leyendo

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